sábado, 1 de septiembre de 2007

Derrame de petróleo en Puerto Rico

GUANICA, Puerto Rico (USA).-Un solitario motorista acuático surcaba el sábado la bahía de Guayanilla no muy lejos del oleaje aceitoso provocado por el reciente derrame de petróleo, que baña la orilla bordeada de casas y barcas de pescadores.

A poca distancia, se avistaba una planta generadora de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), que negó desde el principio estar involucrada.

Muy cerca de la generadora también navegaban dos barcos cargueros de combustible, uno de los cuales era abordado por dos miembros de la Guardia Costera de Estados Unidos --agencia que investiga el incidente-- cuya embarcación había anclado al lado.

Desde el pequeño helicóptero de las Fuerzas Unidas de Rápida Acción de la Policía, un equipo de AP pudo observar el vaivén espumoso azul y cristalino de las olas, los mullidos arrecifes de coral amarillos y naranjas, las algas marinas y las espectaculares formaciones rocosas, que hoy están afectadas por el derrame que se registró el jueves por aún razones no aclaradas.

Casi toda esa costa del suroeste, entre Guayanilla y la bahía de La Parguera, estaba bañada con combustible similar al Bunker C mezclado con agua de mar.

En medio de la belleza marina aparecían grandes manchones, nubes oscuras que flotaban dentro del agua. La marea negra tenía espuma blanca encima y cada ola depositaba la sustancia viscosa en la suave arena.

Cerca de las manchas negras en Punta Ballena, 30 voluntarios se protegían con trajes plásticos, botas y guantes de goma, esmerados en sacar con una pala la arena negra y gomosa.

"Nos sentimos fatal. Cada vez que esto pasa (los derrames de petróleo) termina tocando tierra en una reserva (natural)", dijo Jorge Báez, director de áreas naturales del Fideicomiso de Conservación, una organización no gubernamental.

Su mayor preocupación es que el combustible, un precursor de cáncer, llegue a la cadena alimentaria y que se precipite hacia el fondo marino del suroeste, un área repleta de corales.

"Todo empieza con un microorganismo. Si un organismo de mayor tamaño se come millones de microorganismos y (el contaminante) asciende en la cadena, un pez que nos comamos es el que viene contaminado", explicó.

Cerca de esa zona de limpieza, varios pájaros corrían por la arena huyendo de las olas, picando algas e insectos y tres pelícanos vigilaban el mar con ojo agudo para arrojarse a pescar. Hasta ahora no se han hallado aves contaminadas o animales muertos.

Las playas del suroeste son lugar de anidaje de tortugas marinas.

La Guardia Costera continuaba investigando el sábado el origen del derrame. "Buscamos en todas las fuentes potenciales", dijo el capitán James Tunstall. Eso incluye a la planta de la AEE en Guayanilla, a 134 kilómetros al suroeste de San Juan, que utiliza Bunker C.

Aproximadamente 120 personas de varias agencias estatales y federales intentan contener el combustible y han recogido hasta el sábado el equivalente a dos contenedores de basura de material contaminado.

Craig Lilweistrom, director de recursos marinos del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), comentó que el combustible no es tan tóxico como pensaban, pues aparentemente estuvo almacenado un tiempo.

Félix López, especialista en descontaminación del Servicio federal de Pesca y Vida Silvestre, coincidió. "Este material parece ser bien viejo".

Sin embargo, el equipo interagencial coordinado por la Guardia Costera trata la situación como si fuese un "derrame de aceite crónico", indicó López.

Se investiga si el oleaje provocado por el huracán Dean trajo a la superficie combustible viejo contenido en algún barco hundido.

La Guardia Costera dividió la limpieza en seis áreas. La sexta, la bahía bioluminiscente La Parguera, muy conocida por los turistas, fue añadida el sábado.

Algunas de las otras cinco estaban casi limpias, tenían manchas esporádicas o les faltaban kilómetros de escombros por recoger.

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