Se desploma casita al abrir puerta
POR RUDDY GERMAN PEREZ
Lo que le ocurrió hoy a Domingo Antonio Polanco, de 76 años, no está escrito. Estuvo nueve días fuera de su casa en La Barquita y al regresar comprobó que la vivienda de madera, cartón y zinc estaba en pie y que no fue arrasada por el río Ozama.
Polanco se sintió feliz y afortunado al ver su casa que estaba parada entre más de 70 de ese lugar que desaparecieron ante el empuje de las aguas del embravecido río Ozama.
Pero al abrir la puerta la casucha esta se desplomó cayendo los techos y el zinc sobre el fango sin que Polanco pudiera hacer nada para evitarlo.
El hombre se echó su gorra azul para atrás y dijo en tono resignado mientras reía “tanta belleza no era posible”.
Algunos vecinos lo animaron a construir de nuevo la casucha mientras otros le decían que al menos quedó con los materiales para empezar de nuevo.
Polanco, quien vive solo, y quien tiene varios hijos en otro lugar no sabe si construir de nuevo a orilla del río, o marcharse a otro lugar donde pueda tener un techo seguro sin temor a un desastre.
Pese a esto, Domingo Antonio Polanco se siente afortunado, porque físicamente no le pasó nada y sólo se ensució los pies de lodo cuando llegó a su casa para verla caer como si fuera de naipes.
Polanco perdió su cama, su ropa, su radio y otros objetos, pero se siente bien, porque a pesar de todo salvó la vida.
A eso se llama aplicar el adagio que reza “a mal tiempo buena cara”.
Lo que le ocurrió hoy a Domingo Antonio Polanco, de 76 años, no está escrito. Estuvo nueve días fuera de su casa en La Barquita y al regresar comprobó que la vivienda de madera, cartón y zinc estaba en pie y que no fue arrasada por el río Ozama.
Polanco se sintió feliz y afortunado al ver su casa que estaba parada entre más de 70 de ese lugar que desaparecieron ante el empuje de las aguas del embravecido río Ozama.
Pero al abrir la puerta la casucha esta se desplomó cayendo los techos y el zinc sobre el fango sin que Polanco pudiera hacer nada para evitarlo.
El hombre se echó su gorra azul para atrás y dijo en tono resignado mientras reía “tanta belleza no era posible”.
Algunos vecinos lo animaron a construir de nuevo la casucha mientras otros le decían que al menos quedó con los materiales para empezar de nuevo.
Polanco, quien vive solo, y quien tiene varios hijos en otro lugar no sabe si construir de nuevo a orilla del río, o marcharse a otro lugar donde pueda tener un techo seguro sin temor a un desastre.
Pese a esto, Domingo Antonio Polanco se siente afortunado, porque físicamente no le pasó nada y sólo se ensució los pies de lodo cuando llegó a su casa para verla caer como si fuera de naipes.
Polanco perdió su cama, su ropa, su radio y otros objetos, pero se siente bien, porque a pesar de todo salvó la vida.
A eso se llama aplicar el adagio que reza “a mal tiempo buena cara”.
Etiquetas: Fuente: El Nacional
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